En los últimos años, la evangelización como práctica de la Iglesia ha sido objeto de escrutinio. Ciertas expresiones de evangelismo centradas en Occidente, patriarcales, racial y culturalmente insensibles se han confundido con la norma en la vida de la Iglesia y ahora están siendo evitadas porque se considera que no son prácticas ni aplicables en la cultura estadounidense del siglo XXI. Aunque la práctica del evangelismo ha sido cuestionada, la necesidad de comunicar el evangelio ha aumentado. Muchos están abandonando la Iglesia mientras todavía afirman tener fe en Jesús. Otros están abandonando su fe por completo. Otros más cuestionan aspectos del evangelismo y la fe cristiana.
Estas expresiones de desconexión con la religión cristiana han sido etiquetadas popularmente como “deconstrucción”. A menudo vistas como hostiles y potencialmente destructivas para la Iglesia, el trabajo de “deconstrucción” puede en realidad servir como una expresión necesaria de evangelismo en una era post-cristiana. Cuando la “deconstrucción” se identifica y expresa más claramente como un proceso teológico y eclesial, se convierte en un preludio necesario para avanzar hacia actos de “re-construcción” o “re-forma” que podrían señalar una expresión más bíblica, relevante y aplicable de la evangelización en el contexto contemporáneo.
Una pregunta que impulsa nuestra conversación: “¿La evangelización está pasada de moda—un remanente de los esfuerzos de una generación anterior por difundir su iteración y expresión particular del cristianismo?” La particularidad cultural y generacional del evangelismo puede resultar en el rechazo de la idea básica del evangelismo por parte de la siguiente generación de cristianos. Estos desafíos requieren que la Iglesia haga el arduo trabajo de auto-examinación para discernir cómo podría verse la evangelización. Para algunos, abordar estas cuestiones se ha definido como deconstruccionismo. Pero el desafío que se ofrece en este trabajo no es simplemente deconstruir sino reconstruir la evangelización. Para abordar estos desafíos de manera efectiva, necesitamos comprender mejor estos términos, que a menudo se usan al azar y requieren una reflexión y un conocimiento académico más profundo.
Definiendo la De-Construcción
“Deconstrucción” es el término de moda que se utiliza actualmente para cualquier conversación que critique el estado actual del cristianismo. Se ha aplicado para la Generación Y y la Generación Z que están abandonando la fe en gran multitud y son considerados fuera de la Iglesia, el término tiene vínculos con la filosofía posmoderna, que a menudo se asocia con una cosmovisión secular y anticristiana extrema. La deconstrucción, por tanto, tiene una fuerte connotación negativa como una forma de apostasía moderna.
Sin embargo, la deconstrucción tal como se aplica actualmente en el contexto cristiano difiere de la deconstrucción tal como se define técnicamente en la filosofía posmoderna. La idea posmoderna específica de deconstrucción surge de la semiótica, el estudio de los signos. El filósofo posmoderno Jacques Derrida (cuya disciplina académica es la semiótica y la lingüística) ofrece reflexiones fundamentales sobre el proyecto posmoderno de deconstrucción. Jacques Derrida captura la definición posmoderna de deconstrucción al afirmar: “La ausencia de un significado trascendental extiende infinitamente el dominio y el juego de las significaciones”.1 Utilizando un lenguaje técnico específico de la disciplina de la semiótica, Derrida explica cómo un signo (palabras y símbolos) tiene un significado específico basado en un sistema de lenguaje que asigna una significación (significado) al signo. La deconstrucción elimina o devalúa el sistema del lenguaje, eliminando así los límites a la definición de una palabra específica. En otras palabras, las palabras pueden significar lo que nosotros determinemos que son, no lo que un sistema lingüístico externo determine que son.
La definición académica de Derrida revela la conceptualización del término “deconstrucción” y su uso específico en la semiótica y la filosofía posmoderna. Stanley Grenz resume la deconstrucción afirmando: “Derrida sostiene que el significado nunca es estático, nunca se da de una vez por todas. Más bien, el significado cambia con el tiempo y con contextos cambiantes… Para Derrida, no hay un significado “fuera del texto”. Todo lo que tenemos es el texto mismo, no algún significado externo al que apunte el texto. El ‘libro’ es en realidad nuestra ‘lectura’ del texto… Pero esto significa que el texto es fluido. No tiene un origen, identidad o fines fijos”.2 La deconstrucción en su versión posmoderna, por lo tanto, tiene un uso específico en un contexto específico. La filosofía posmoderna elimina la intención del autor de la ecuación de significado e interpretación y permite la reasignación de significado mediante la eliminación de la significación específica de los textos.
El uso específico y tal vez extremo del término “deconstrucción” en la filosofía posmoderna no es lo que está sucediendo con la Generación Y y la Generación Z. Si bien existe una gran ansiedad en torno a la influencia negativa de la filosofía posmoderna en estas generaciones, sus actos de “deconstrucción” no surgen de una aplicación de principios posmodernos extremos. Asociar las reflexiones y preguntas de las generaciones más jóvenes y otras) con un lema que tiene un significado y uso específico es inexacto e inapropiado.
Las generaciones emergentes y actuales no están deconstruyendo su fe, sino que están “de-construyendo” su fe, lo que se asemeja más a una “re-forma” de su fe. Puede que no estén simplemente cuestionando el significado de prácticas e ideas evangélicas específicas; pueden estar derribando construcciones occidentales disfuncionales que pueden estar obstruyendo la obra de evangelización. Por lo tanto, la de-construcción en su expresión actual entre los evangélicos puede ser una práctica necesaria que abra la puerta a aplicaciones contextuales de la fe cristiana que podrían re-formar positivamente la fe cristiana de una manera relevante y aplicable para la próxima generación de creyentes.
La Necesidad de Re-Construcción
La adecuada de-construcción y posterior re-construcción y re-forma del evangelismo es una respuesta apropiada a nuestra realidad social actual, tanto en la Iglesia como en el mundo. El deseo y la necesidad de las generaciones posteriores de de-construir las expresiones evangelísticas de las generaciones anteriores (que en realidad pueden resultar disfuncionales e irrelevantes para la versión actual del cristianismo) podría ser un paso positivo en la re-forma y reforma apropiadas de nuestra fe.
El evangelismo, tal como se ha expresado específicamente en el evangelicalismo estadounidense durante los últimos 50 años, ha tenido una aplicación específica porque se habló a un contexto específico: la cosmovisión occidental moderna. En una cosmovisión moderna que enfatizaba la razón y la racionalidad expresadas en suposiciones filosóficas occidentales específicas, como la Filosofía Escocesa del Sentido Común y los modelos lineales y dialécticos de desarrollo, los modos y expresiones de la evangelización se sentían apropiados y relevantes. Las “Cuatro Leyes Espirituales” y la “Evidencia que Exige un Veredicto” surgieron de esta mentalidad filosófica lineal y occidental. Tal expresión de evangelismo era contextual y tenía una estructura subyacente. Si bien se construyó sobre el fundamento de las Escrituras y la reflexión teológica, la expresión contextual de la razón y la racionalidad como una puerta abierta al evangelio era específica de un contexto cultural. La de-construcción examina aquí las construcciones falsas. Para comprender mejor estas falsas construcciones, se debe examinar el contexto.
Si la construcción moderna de la razón y la racionalidad impulsa nuestros esfuerzos evangelísticos actuales, entonces los elementos problemáticos de la construcción moderna pueden y deben ser cuestionados por iteraciones y expresiones posteriores del cristianismo. Si la construcción moderna de racionalidad y razón resultó en la opresión de una raza sobre otra porque parecía razonable en ese momento, entonces la construcción que condujo a estos supuestos “racionales” necesita una de-construcción. Si la construcción moderna parte de ciertas suposiciones patriarcales, entonces la de-construcción es necesaria para que el mensaje del evangelio tenga impacto para la próxima generación. El trabajo de la Iglesia no es reasignar significado sin contexto (deconstrucción), sino comprender mejor el contexto (de-construcción) para formar mejor expresiones relevantes y aplicables de evangelización (re-construcción).
Por lo tanto, la deconstrucción de las expresiones disfuncionales del evangelismo y la re-construcción del evangelismo es parte de la necesaria reforma de la Iglesia. A medida que el contexto social cambia, la Iglesia se adapta a los cambios. Cuando la sociedad occidental pasó de la centralidad del imperio europeo a formas de gobierno más democráticas y republicanas, la Iglesia se adaptó en consecuencia. A medida que el cristianismo pasa de una demográfica centrada en Occidente a una demográfica global mucho más grande, la Iglesia se debe adaptar de la misma manera. Fue un acto de re-forma que renovó la Iglesia a través de la Reforma Protestante, de-construyendo las expresiones disfuncionales de los poderes religiosos dominantes y ofreciendo nuevos paradigmas para la difusión del evangelio. Fue un acto de re-forma que renovó la Iglesia a través del crecimiento del cristianismo global y los nuevos paradigmas posteriores que continúan surgiendo de esta realidad. La práctica de la de-construcción es una parte necesaria para redefinir y re-formar la Iglesia.
Los nuevos modelos de evangelización no son necesariamente un rechazo categórico de los viejos modelos sino más bien una aceptación de las nuevas realidades en las que opera ahora la evangelización. Los nuevos modelos de evangelización deben ir más allá del cautiverio cultural y construir sobre el fundamento histórico y teológico de la proclamación y demostración del mensaje del evangelio.
En un número anterior de la revista FULLER, planteé el desafío de una Iglesia que comparte el evangelio a través de un paradigma de “posesión de la verdad” en vez de un paradigma de “búsqueda de la verdad”—donde “la verdad poseída establece límites que crean una batalla de ideas donde prevalecen los poderosos”, mientras que la búsqueda de la verdad “no minimiza la realidad de la verdad… pero exige una humildad que diga que no somos dueños de la verdad sino que Dios es el autor de la verdad”.3 Los viejos modelos de evangelización se centraban en un enfoque poseedor de la verdad: la Iglesia es dueña de la verdad y, por lo tanto, la tarea de evangelizar es simplemente descargar nuestra versión de la verdad sobre el otro. Este enfoque, dado el contexto cultural de la modernidad, resultó en una grave disfunción en la Iglesia. El enfoque de búsqueda de la verdad reconoce la fragilidad de la existencia humana. Reconoce que la tarea de la Iglesia no es poseer la verdad sino buscarla. Y la búsqueda de la verdad requiere la humildad de la Iglesia para de-construir, re-construir y re-formar.
Soong-Chan Rah es el profesor de evangelismo Robert Boyd Munger de Fuller. Pastor ordenado en la Evangelical Covenant Church (Iglesia del Pacto Evangélico), él ha hablado ampliamente sobre los temas del testimonio de la Iglesia, el ministerio intercultural y la justicia social en conferencias, seminarios, colegios cristianos, iglesias y reuniones denominacionales tanto a nivel nacional como global. Es autor o coautor de más de media docena de libros muchos de estos premiados, entre ellos The Next Evangelicalism, Many Colors, Prophetic Lament, Return to Justice, Unsettling Truths y Forgive Us.
En los últimos años, la evangelización como práctica de la Iglesia ha sido objeto de escrutinio. Ciertas expresiones de evangelismo centradas en Occidente, patriarcales, racial y culturalmente insensibles se han confundido con la norma en la vida de la Iglesia y ahora están siendo evitadas porque se considera que no son prácticas ni aplicables en la cultura estadounidense del siglo XXI. Aunque la práctica del evangelismo ha sido cuestionada, la necesidad de comunicar el evangelio ha aumentado. Muchos están abandonando la Iglesia mientras todavía afirman tener fe en Jesús. Otros están abandonando su fe por completo. Otros más cuestionan aspectos del evangelismo y la fe cristiana.
Estas expresiones de desconexión con la religión cristiana han sido etiquetadas popularmente como “deconstrucción”. A menudo vistas como hostiles y potencialmente destructivas para la Iglesia, el trabajo de “deconstrucción” puede en realidad servir como una expresión necesaria de evangelismo en una era post-cristiana. Cuando la “deconstrucción” se identifica y expresa más claramente como un proceso teológico y eclesial, se convierte en un preludio necesario para avanzar hacia actos de “re-construcción” o “re-forma” que podrían señalar una expresión más bíblica, relevante y aplicable de la evangelización en el contexto contemporáneo.
Una pregunta que impulsa nuestra conversación: “¿La evangelización está pasada de moda—un remanente de los esfuerzos de una generación anterior por difundir su iteración y expresión particular del cristianismo?” La particularidad cultural y generacional del evangelismo puede resultar en el rechazo de la idea básica del evangelismo por parte de la siguiente generación de cristianos. Estos desafíos requieren que la Iglesia haga el arduo trabajo de auto-examinación para discernir cómo podría verse la evangelización. Para algunos, abordar estas cuestiones se ha definido como deconstruccionismo. Pero el desafío que se ofrece en este trabajo no es simplemente deconstruir sino reconstruir la evangelización. Para abordar estos desafíos de manera efectiva, necesitamos comprender mejor estos términos, que a menudo se usan al azar y requieren una reflexión y un conocimiento académico más profundo.
Definiendo la De-Construcción
“Deconstrucción” es el término de moda que se utiliza actualmente para cualquier conversación que critique el estado actual del cristianismo. Se ha aplicado para la Generación Y y la Generación Z que están abandonando la fe en gran multitud y son considerados fuera de la Iglesia, el término tiene vínculos con la filosofía posmoderna, que a menudo se asocia con una cosmovisión secular y anticristiana extrema. La deconstrucción, por tanto, tiene una fuerte connotación negativa como una forma de apostasía moderna.
Sin embargo, la deconstrucción tal como se aplica actualmente en el contexto cristiano difiere de la deconstrucción tal como se define técnicamente en la filosofía posmoderna. La idea posmoderna específica de deconstrucción surge de la semiótica, el estudio de los signos. El filósofo posmoderno Jacques Derrida (cuya disciplina académica es la semiótica y la lingüística) ofrece reflexiones fundamentales sobre el proyecto posmoderno de deconstrucción. Jacques Derrida captura la definición posmoderna de deconstrucción al afirmar: “La ausencia de un significado trascendental extiende infinitamente el dominio y el juego de las significaciones”.1 Utilizando un lenguaje técnico específico de la disciplina de la semiótica, Derrida explica cómo un signo (palabras y símbolos) tiene un significado específico basado en un sistema de lenguaje que asigna una significación (significado) al signo. La deconstrucción elimina o devalúa el sistema del lenguaje, eliminando así los límites a la definición de una palabra específica. En otras palabras, las palabras pueden significar lo que nosotros determinemos que son, no lo que un sistema lingüístico externo determine que son.
La definición académica de Derrida revela la conceptualización del término “deconstrucción” y su uso específico en la semiótica y la filosofía posmoderna. Stanley Grenz resume la deconstrucción afirmando: “Derrida sostiene que el significado nunca es estático, nunca se da de una vez por todas. Más bien, el significado cambia con el tiempo y con contextos cambiantes… Para Derrida, no hay un significado “fuera del texto”. Todo lo que tenemos es el texto mismo, no algún significado externo al que apunte el texto. El ‘libro’ es en realidad nuestra ‘lectura’ del texto… Pero esto significa que el texto es fluido. No tiene un origen, identidad o fines fijos”.2 La deconstrucción en su versión posmoderna, por lo tanto, tiene un uso específico en un contexto específico. La filosofía posmoderna elimina la intención del autor de la ecuación de significado e interpretación y permite la reasignación de significado mediante la eliminación de la significación específica de los textos.
El uso específico y tal vez extremo del término “deconstrucción” en la filosofía posmoderna no es lo que está sucediendo con la Generación Y y la Generación Z. Si bien existe una gran ansiedad en torno a la influencia negativa de la filosofía posmoderna en estas generaciones, sus actos de “deconstrucción” no surgen de una aplicación de principios posmodernos extremos. Asociar las reflexiones y preguntas de las generaciones más jóvenes y otras) con un lema que tiene un significado y uso específico es inexacto e inapropiado.
Las generaciones emergentes y actuales no están deconstruyendo su fe, sino que están “de-construyendo” su fe, lo que se asemeja más a una “re-forma” de su fe. Puede que no estén simplemente cuestionando el significado de prácticas e ideas evangélicas específicas; pueden estar derribando construcciones occidentales disfuncionales que pueden estar obstruyendo la obra de evangelización. Por lo tanto, la de-construcción en su expresión actual entre los evangélicos puede ser una práctica necesaria que abra la puerta a aplicaciones contextuales de la fe cristiana que podrían re-formar positivamente la fe cristiana de una manera relevante y aplicable para la próxima generación de creyentes.
La Necesidad de Re-Construcción
La adecuada de-construcción y posterior re-construcción y re-forma del evangelismo es una respuesta apropiada a nuestra realidad social actual, tanto en la Iglesia como en el mundo. El deseo y la necesidad de las generaciones posteriores de de-construir las expresiones evangelísticas de las generaciones anteriores (que en realidad pueden resultar disfuncionales e irrelevantes para la versión actual del cristianismo) podría ser un paso positivo en la re-forma y reforma apropiadas de nuestra fe.
El evangelismo, tal como se ha expresado específicamente en el evangelicalismo estadounidense durante los últimos 50 años, ha tenido una aplicación específica porque se habló a un contexto específico: la cosmovisión occidental moderna. En una cosmovisión moderna que enfatizaba la razón y la racionalidad expresadas en suposiciones filosóficas occidentales específicas, como la Filosofía Escocesa del Sentido Común y los modelos lineales y dialécticos de desarrollo, los modos y expresiones de la evangelización se sentían apropiados y relevantes. Las “Cuatro Leyes Espirituales” y la “Evidencia que Exige un Veredicto” surgieron de esta mentalidad filosófica lineal y occidental. Tal expresión de evangelismo era contextual y tenía una estructura subyacente. Si bien se construyó sobre el fundamento de las Escrituras y la reflexión teológica, la expresión contextual de la razón y la racionalidad como una puerta abierta al evangelio era específica de un contexto cultural. La de-construcción examina aquí las construcciones falsas. Para comprender mejor estas falsas construcciones, se debe examinar el contexto.
Si la construcción moderna de la razón y la racionalidad impulsa nuestros esfuerzos evangelísticos actuales, entonces los elementos problemáticos de la construcción moderna pueden y deben ser cuestionados por iteraciones y expresiones posteriores del cristianismo. Si la construcción moderna de racionalidad y razón resultó en la opresión de una raza sobre otra porque parecía razonable en ese momento, entonces la construcción que condujo a estos supuestos “racionales” necesita una de-construcción. Si la construcción moderna parte de ciertas suposiciones patriarcales, entonces la de-construcción es necesaria para que el mensaje del evangelio tenga impacto para la próxima generación. El trabajo de la Iglesia no es reasignar significado sin contexto (deconstrucción), sino comprender mejor el contexto (de-construcción) para formar mejor expresiones relevantes y aplicables de evangelización (re-construcción).
Por lo tanto, la deconstrucción de las expresiones disfuncionales del evangelismo y la re-construcción del evangelismo es parte de la necesaria reforma de la Iglesia. A medida que el contexto social cambia, la Iglesia se adapta a los cambios. Cuando la sociedad occidental pasó de la centralidad del imperio europeo a formas de gobierno más democráticas y republicanas, la Iglesia se adaptó en consecuencia. A medida que el cristianismo pasa de una demográfica centrada en Occidente a una demográfica global mucho más grande, la Iglesia se debe adaptar de la misma manera. Fue un acto de re-forma que renovó la Iglesia a través de la Reforma Protestante, de-construyendo las expresiones disfuncionales de los poderes religiosos dominantes y ofreciendo nuevos paradigmas para la difusión del evangelio. Fue un acto de re-forma que renovó la Iglesia a través del crecimiento del cristianismo global y los nuevos paradigmas posteriores que continúan surgiendo de esta realidad. La práctica de la de-construcción es una parte necesaria para redefinir y re-formar la Iglesia.
Los nuevos modelos de evangelización no son necesariamente un rechazo categórico de los viejos modelos sino más bien una aceptación de las nuevas realidades en las que opera ahora la evangelización. Los nuevos modelos de evangelización deben ir más allá del cautiverio cultural y construir sobre el fundamento histórico y teológico de la proclamación y demostración del mensaje del evangelio.
En un número anterior de la revista FULLER, planteé el desafío de una Iglesia que comparte el evangelio a través de un paradigma de “posesión de la verdad” en vez de un paradigma de “búsqueda de la verdad”—donde “la verdad poseída establece límites que crean una batalla de ideas donde prevalecen los poderosos”, mientras que la búsqueda de la verdad “no minimiza la realidad de la verdad… pero exige una humildad que diga que no somos dueños de la verdad sino que Dios es el autor de la verdad”.3 Los viejos modelos de evangelización se centraban en un enfoque poseedor de la verdad: la Iglesia es dueña de la verdad y, por lo tanto, la tarea de evangelizar es simplemente descargar nuestra versión de la verdad sobre el otro. Este enfoque, dado el contexto cultural de la modernidad, resultó en una grave disfunción en la Iglesia. El enfoque de búsqueda de la verdad reconoce la fragilidad de la existencia humana. Reconoce que la tarea de la Iglesia no es poseer la verdad sino buscarla. Y la búsqueda de la verdad requiere la humildad de la Iglesia para de-construir, re-construir y re-formar.
Soong-Chan Rah es el profesor de evangelismo Robert Boyd Munger de Fuller. Pastor ordenado en la Evangelical Covenant Church (Iglesia del Pacto Evangélico), él ha hablado ampliamente sobre los temas del testimonio de la Iglesia, el ministerio intercultural y la justicia social en conferencias, seminarios, colegios cristianos, iglesias y reuniones denominacionales tanto a nivel nacional como global. Es autor o coautor de más de media docena de libros muchos de estos premiados, entre ellos The Next Evangelicalism, Many Colors, Prophetic Lament, Return to Justice, Unsettling Truths y Forgive Us.
R. Daniel Shaw, senior professor of anthropology and translation, reflects on the colonial history of Christian mission and on following God toward a faithful new way.