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Para Un Momento Como Este: Esperanza Y Sanidad Como Misión de la Salud Mental

Discurso de investidura de Cynthia Eriksson, pronunciado en su nombramiento como decana de la Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar, editado para su publicación.

¿Cuál es su Teología de la Esperanza?

Hace veintiún años, en mi examen de teología para convertirme en profesor titular del cuerpo docente, estaba sentada en una sala de conferencias con ocho o nueve teólogos, y me pidieron que respondiera a una pregunta: “¿Cuál es su teología de la esperanza?”.

Había entrado en el programa de psicología clínica de Fuller en 1990, con la intención de utilizar mi formación en psicología en misiones en el extranjero. Estudié el trauma para mi proyecto de maestría en Liberia durante la Guerra Civil y en mi investigación de tesis doctoral con trabajadores de ayuda humanitaria. Entonces, Dios me redirigió a este lugar inesperado en el mundo académico. Ahora me preguntaban: “¿Cuál es tu teología de la esperanza?”.

Seré sincera. Lo que recuerdo de mis primeros pensamientos a esa pregunta fue algo parecido a “Oh no, yo no estudié nada
de eso”.

Luego, cuando recuperé el equilibrio, me di cuenta de que la pregunta se refería a cómo yo, como cristiana, afronto los lugares de dolor en mis clientes y en el mundo que no parecen redimibles. Recuerdo haber respondido que creo que Dios trabaja en pos de la salud y el bienestar de cualquier persona con la que yo entre en contacto. Que el deseo de Dios es la sanidad para el niño que sufrió abuso sexual o el trauma de la guerra, así como para la persona que perpetró el abuso o cometió atrocidades en combate. Que un día, todas las cosas serán en la tierra como son en el cielo.

Mi teología de la esperanza -mi confianza en que Dios desea la verdad y la justicia, mi fe en que Dios puede redimir cualquier cosa- me permite llevar esa esperanza a cualquier situación. Según el contexto de mi trabajo, puede que tenga o no la posibilidad de expresar explícitamente mi confianza en la esperanza y la sanidad de Cristo. Pero he incorporado esa esperanza en mi relación con aquellos a los que he servido. Y esta esperanza es lo que me impulsa a acercarme hacia los
que están sufriendo.

Pensé que sería misionera en otros países o espacios culturales, pero en lugar de eso, la misión a la que Dios me invitó fue más amplia: estar presente en el dolor de los demás y personificar la esperanza y la sanación de Cristo, y enseñar a otros a hacer lo mismo. Esta es la misión de la salud mental.

Ahora, los buenos propósitos de Dios me
han llevado a otro lugar inesperado, como la nueva decana de la Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar. Una vez más, Dios amplía la misión para un momento como este. 

Para un momento como este

¿Qué es este momento? Escuchamos las frases “crisis de salud mental”, “crisis de salud mental juvenil”, “trauma global”, “guerra y violencia política”, “estrés pandémico”, “trauma racial”, “estrés por el cambio climático”, “polarización” y tantas más…

Cada generación ha tenido retos, cambios
y crisis. Aunque no quiero empezar nuestras reflexiones con una mentalidad “alarmista”, sí quiero analizar estas frases
y llamados a la acción. ¿Cuáles son las crisis a las que nos enfrentamos en relación
con la salud mental? ¿De qué manera necesitamos esperanza y sanidad en
nuestro mundo?

Recientes informes e investigaciones mundiales ofrecen datos contundentes. El cirujano general de los Estados Unidos ha publicado recientemente un informe sobre la salud mental de los jóvenes. Señala que en la década entre 2009 y 2019 (incluso antes de COVID-19), el número de estudiantes de secundaria de EE.UU. que informan sentirse persistentemente ansiosos o deprimidos aumentó en un 40%, el número que afirmó haber considerado seriamente el suicidio aumentó al 36%, y el número que declaró tener un plan para suicidarse aumentó en un 44%.[1] La investigación reportada por el Proyecto Trevor también señala que los jóvenes LGBTQ tienen más de cuatro veces más probabilidades que sus compañeros de intentar suicidarse.2

La investigación epidemiológica señala que entre 1999 y 2020, el número de muertes de adultos en los EE.UU. relacionadas con “muertes por desesperación” (suicidio, sobredosis de drogas y enfermedad hepática alcohólica)[3] aumentó en un 227% para los adultos nativos americanos y nativos de Alaska, en un 164% para los estadounidenses blancos, en un 121% para los estadounidenses negros, en un 100% para los estadounidenses asiáticos e isleños del Pacífico, y en un 49% para los hispanoamericanos.

El Informe Mundial sobre la Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud de 2022 señala que, desde el año 2000, los fenómenos meteorológicos graves (tormentas tropicales, calor extremo, incendios forestales, inundaciones y deslizamientos de tierra) han aumentado en un 46%, y que estos fenómenos generan desafíos de salud mental de emergencia, como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad, la depresión y otros problemas relacionados con el estrés.4

El informe de la Organización Mundial de la Salud también afirma que en 2021, 84 millones de personas se vieron desplazadas de sus hogares debido a conflictos o amenazas de violencia. Cada una de estas personas experimentará algún tipo de malestar emocional en ese desplazamiento. Sin embargo, en promedio, 1 de cada 5 personas en estos contextos de desplazamiento desarrollará un desorden mental (es decir, más de 16 millones de personas).5

La experiencia de violencia racial, las amenazas de violencia racial, e incluso escuchar informes en los medios de comunicación sobre violencia basada en motivos raciales y los procesos judiciales están todos significativamente relacionados con una peor salud mental en las comunidades de color.6 Y, experimentar la discriminación racial se asocia con ansiedad, síntomas depresivos y dificultades para dormir.7

Experimentar la polarización sociopolítica también está relacionado con emociones como la ira, el miedo y la frustración, que a su vez están significativamente relacionadas con una peor salud física.8 Además, aquellos que informan sentir un aumento de polarización en sus propios círculos sociales tienen más probabilidades de sufrir depresión, ansiedad y problemas de sueño.9

Hay tantas necesidades y tanto dolor, que casi puede parecer demasiado para asimilarlo. ¿Cómo podemos personificar la esperanza y la sanidad en medio de estas necesidades?

Como cristiana, afronto todas estas estadísticas, desafíos y crisis con una postura de oración y lamento. Clamando a Dios en la verdad del dolor, nombrando lo que está sucediendo, y luego también expresando lo que quiero de Dios. Quiero esperanza. Quiero sanidad. Quiero justicia. Y mantengo esa teología de la esperanza, de que un día todo será como en el Cielo.

El Salmo 103 promete que Dios cura nuestras enfermedades y nos rescata del abismo, que Dios obra con justicia y rectitud para los oprimidos, que Dios tiene compasión de nosotros y es misericordioso. Esa promesa nos da “esperanza” para lo que está por venir, y una expectativa de “sanidad”. Lamento estas crisis de salud mental, y confío en el deseo de Dios de traer sanidad. Existimos en la realidad del amor de Dios y de los propósitos del Reino de Dios. Estamos en la historia global del pueblo de Dios y en la intención de Dios -su telos- para el planeta. Por tanto, estamos arraigados en los propósitos y el amor de Dios. Y estamos llamados a ser discípulos, a actuar con fidelidad.

La sanidad está en el centro mismo del ministerio de Jesús. Cuando entraba en un pueblo, enseñaba y sanaba. Cuando Jesús envía a sus discípulos en Lucas 9, no sólo les encarga que “hablen a todos del Reino de Dios”, sino que también les da “autoridad para sanar todas las enfermedades”.

¿Cómo estamos sanando estas enfermedades? En esta época de crisis, llegamos a “un momento como este” con la misión de utilizar las técnicas de y los conocimientos sobre la salud mental como una forma de llevar la sanidad y la esperanza de Cristo a un mundo desesperado.

Los libros Ester y el quinto capítulo de Lucas son dos historias muy diferentes -una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo Testamento-, dos momentos muy diferentes en la vida del pueblo de Israel. ¿Qué tienen en común? Podríamos decir que sus personajes están desesperados.

Ester está desesperada por salvar a su pueblo del genocidio, desesperada por la esperanza de que haya un futuro para su pueblo. Los amigos en Lucas están desesperados por curar a su amigo, desesperados por llegar a la fuente de esa sanidad. Desesperados por una esperanza, desesperados por sanidad.

La historia de Ester nos desafía a pensar en el privilegio que ella administra para tratar de detener la muerte de su familia y su comunidad, incluso poniendo en riesgo su propia vida al ser honesta sobre su propia identidad. La historia de Lucas de los amigos que bajan al paralítico por el tejado hacia Jesús nos invita a considerar cómo la desesperación puede conducir a la creatividad. ¿De qué somos capaces cuando “pensamos fuera de la caja”?

Consideremos esto, y la desesperación de nuestro propio tiempo, para pensar en cómo participamos en esta misión de esperanza y sanidad para la salud mental.

El privilegio en Ester y en la salud mental

Un breve recordatorio de la historia de Ester en el Imperio Persa: el pueblo judío está amenazado de genocidio. Un líder político narcisista, Amán, ha conspirado para destruir a su némesis judío, Mardoqueo y al pueblo de Mardoqueo, los judíos. Amán ha logrado ganarse la influencia del rey Asuero y ha convencido al rey de emitir un decreto que permite la masacre del pueblo judío en un día determinado. Pero el desinteresado y ensimismado rey Asuero había elegido a la prima de Mardoqueo, Ester, para que fuera su reina sin conocer su identidad judía.

Mardoqueo está de luto por el decreto, y Ester lo ve en la puerta del palacio vestido de luto. Envía un mensajero para averiguar qué ocurre y se entera de que su pueblo está amenazado. Aunque anteriormente Mardoqueo le había dicho a Ester que ocultara su ascendencia judía, ahora le dice que es el momento de mantener unidas su posición privilegiada como reina y su identidad judía.

Ester se encuentra en una posición privilegiada y única para influir en el rey, pero también tiene que ser sincera sobre quién es. Tiene que asumir su identidad como judía para tener la influencia que necesita para salvar a su pueblo. También sabe que si acude al rey sin ser convocada, puede ser ejecutada.

“Para un momento como este.” Este es el momento en que Ester debe actuar. Envía el mensaje a su pueblo para que ayune por ella -y con ella- y se arriesga a morir. Al final, Ester salva a su pueblo, gracias a su valentía y a la justicia de Dios. Ester utilizó su posición privilegiada, su ingenio y su identidad, y asumió un gran riesgo.

El privilegio hoy

Hoy en día, tener un título avanzado en un campo de la salud mental es un privilegio importante. Proporciona un conjunto de competencias que se pueden utilizar para contribuir a la sanidad de los demás, y también se puede utilizar para aumentar nuestra propia riqueza o estatus.

Según la Asociación Americana de Psicología, en 2021 había aproximadamente 130.000 psicólogos en EE.UU.10 Y en ese mismo año, la Oficina de Trabajo y Estadísticas calcula que había aproximadamente 65.000 terapeutas matrimoniales y familiares11 Para una población estadounidense de casi 332 millones de personas, eso supone un psicólogo o un terapeuta matrimonial y familiar por cada 1.702 personas.

A escala mundial, se calcula que hay aproximadamente 13 trabajadores de salud mental (de todo tipo) por cada 100.000 personas. Hay regiones del mundo que tienen incluso menos; por ejemplo, el sudeste asiático tiene 2,8 trabajadores de salud mental por cada 100.000, y el continente africano tiene 1,6 trabajadores de salud mental por cada 100.000 personas.12

Teniendo esto en cuenta, tenemos que reconocer que el mero hecho de tener un título superior en un campo de la salud mental es un privilegio importante. La siguiente pregunta es: ¿qué riesgos asumimos al utilizar nuestro privilegio para abordar necesidades urgentes en nuestro entorno y en todo el mundo? Cada uno de nosotros se encuentra en un lugar concreto, con una influencia y unas barreras particulares. Tenemos que escuchar las voces que nos rodean, que nos piden que nos acerquemos al dolor o que ayudemos a derribar lugares de opresión.

¿Y de qué manera podemos tener más influencia al vivir plenamente nuestra identidad nuestra identidad? Nuestra fe cristiana, y nuestra competencia para reflexionar sobre la espiritualidad y la religión en la terapia, es también un privilegio. El 80% de los psicólogos afirman que no han recibido formación específica sobre cómo abordar la religión y la espiritualidad en el tratamiento de la salud mental.13 Sin embargo, la religión y la espiritualidad son recursos clave para contribuir a la salud mental en los EE.UU. y en todo el mundo.

Ester nos recuerda que debemos ser auténticos y utilizar todos nuestros privilegios para abordar las crisis de salud mental. Ser personas de fe creará oportunidades de conexión en algunos sectores, como involucrándonos con líderes de comunidades de fe locales u organizaciones cristianas sin ánimo de lucro. Pero también puede plantear desafíos por parte de personas e instituciones que se han visto perjudicadas por juicios o perspectivas polarizantes. Aun así, estamos llamados a encarnar la esperanza de Dios y a trabajar por la sanación con todo lo que tenemos.

La creatividad en Lucas y
en la salud mental

El relato de Lucas muestra la desesperación de otra manera. Los amigos están desesperados de que el paralítico se cure. Quieren llevárselo a Jesús. El lugar está lleno de fariseos y maestros de la ley (tómate un momento para considerar la metáfora), así que no hay espacio para llevar a esta persona que les importaba, que necesitaba el toque de Jesús. Intentan que entre por la puerta, pero hay demasiada gente.

Así que deciden pensar “fuera de la caja” y encontrar su propia manera de llevar a su amigo a este sanador del que han oído hablar. Suben a su amigo al tejado, quitan las tejas y lo bajan a los pies de Jesús. Cada vez que oigo o leo esta historia, no puedo evitar imaginarme a Jesús riéndose a carcajadas mientras esto sucede.

Sorprendentemente, Jesús ve la fe urgente de estos amigos y le dice al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Esto provoca un gran conflicto y críticas entre los fariseos y maestros de la ley, y Jesús finalmente muestra su poder tanto para perdonar pecados como para sanar, cuando ordena al hombre que “se levante, tome su cama y se vaya a su casa”. La sanidad y la restauración están entrelazadas. La fe desesperada de los amigos y su voluntad de hacer algo creativo (y quizás molesto y desordenado) trajo la libertad y la sanidad a su amigo.

La creatividad hoy

La Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar de Fuller siempre ha sido un lugar que ha trascendido lo esperado. Fuimos el primer programa en integrar psicología y la teología acreditado por la Asociación Americana de Psicología en 1972. Trabajamos para desarrollar competencias en nuestros estudiantes para comprender la relación teórica entre las disciplinas de la teología y la psicología. Formamos a nuestros estudiantes para que lleven esta comprensión a la sala de terapia, y hacemos hincapié en la formación espiritual de la persona, desarrollando lo que la facultad de Matrimonio y Familia reconoce como 4 virtudes clínicas: compasión, esperanza, humildad y descanso sabático.

Nuestro cuerpo docente también ha liderado el camino en trabajos académicos únicos situados fuera de la sala de terapia: La investigación de Cameron Lee sobre el desarrollo de la fe de los jóvenes, que dio lugar al movimiento Sticky Faith del Fuller Youth Institute; la investigación de Pam King sobre la salud espiritual y el florecimiento del ser humano; el trabajo de Siang-Yang Tan sobre la consejería laica, que ha traído la sanidad a muchos; el trabajo de Brad Strawn y Warren Brown, que empoderado a las iglesias a considerar cómo la cognición corporeizada es un componente de la alabanza; los numerosos libros de Archibald Hart de el bienestar de los pastores; el modelo de Terry y Sharon Hargrave sobre sanación relacional y resiliencia para parejas, líderes religiosos y equipos de todo el país; la investigación pionera de Alexis Abernethy sobre la psicología de la alabanza; y la colaboración de Lisseth Rojas-Flores con World Vision International para evaluar sus modelos de capacitación para padres en 14 países. Esto es sólo una muestra del trabajo que se ha realizado y se está realizando en la Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar.

Quizás mi parte favorita de este pasaje de Lucas es el último versículo, cuando la gente se llena de asombro y dice: “Hoy hemos visto maravillas.” Sí, esa es la obra de Cristo, pero también es la obra de los amigos.

Sigamos saliendo de los moldes esperados del cuidado de la salud mental. Podemos enraizarnos en una rica erudición y teoría, y podemos llevar estas ideas a nuestras comunidades de nuevas maneras. Una terapia excelente siempre será un recurso fundamental, pero ¿de qué otras maneras podemos utilizar nuestras habilidades para contribuir a la sanidad?

Al curar los traumas que ya se han producido, tal vez podamos prevenir otros abusos o actos de violencia. Tal vez sea aplicando los modelos de consejería laica de Siang-Yang a los recursos informados sobre el trauma para las iglesias internacionales. Tal vez sea incorporando el conocimiento de los sistemas familiares, el desarrollo humano o la atención al trauma en toda la educación teológica. Tal vez sea utilizando libros, podcasts o blogs; grupos pequeños de iglesias o clases de escuela dominical; sitios web; teleterapia; modelos de Inteligencia Artificial; o alguna otra cosa en la que ni siquiera hemos pensado todavía.

Nuestra misión hoy

Estamos llamados a tener los ojos abiertos a las necesidades de quienes nos rodean. Las necesidades de salud mental no están sólo en la sala de terapia, y la angustia no sólo afecta aquellos que pueden acceder a un seguro o pagar ellos mismos la terapia. Tenemos
que trabajar juntos para satisfacer estas necesidades, así como los amigos se unieron para bajar a su amigo paralítico. Nos necesitamos mutuamente para responder
con eficacia.

¿Cuál es nuestra misión ahora? ¿Cómo podría Dios utilizar a los terapeutas matrimoniales y familiares, los psicólogos, los estudiosos, los investigadores y los consultores que salen de nuestros programas para contribuir a la esperanza y la sanidad en nuestro mundo actual? 

No tenemos suficientes profesionales de la salud mental para responder a todas las necesidades del mundo. Pero podemos utilizar nuestra posición privilegiada y ser creativos en la forma que capacitamos a otros, fomentamosresiliencia, aumentar los conocimientos y desarrollar competencias en líderes de muchos sectores.

En Fuller, hemos abierto el camino para plantar la cruz en el corazón de la psicología; llevemos este modelo integrador de salud mental y plantémoslo en el corazón de la comunidad y de la iglesia.

La misión de la salud mental es administrar el privilegio de nuestra educación y vivir de acuerdo con nuestra identidad única, creando creativamente el espacio para que otros estén a los pies de Cristo, confiados en la sanidad y la esperanza de Cristo. Lo hacemos juntos, por el Reino, por el Dios que sana todas nuestras enfermedades y rescata nuestras vidas del abismo. Amén.

Written By

Cynthia Eriksson es la decana de la Escuela de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar, presidenta del programa de PsyD y profesora de psicología del departamento de psicología clínica del Seminario Fuller. Ha sido miembro del cuerpo docente de Fuller desde 2000 y participa en el Programa Headington de Trauma Internacional en el seminario. La Dra. Eriksson ha realizado capacitaciones, investigaciones y consultas sobre trauma en Monrovia, Liberia; Kobe, Japón; Phnom Penh, Camboya; Ámsterdam, Países Bajos; Barcelona, ​​España; Ciudad de Guatemala, Guatemala; Gulu, Uganda y Ammán, Jordania. Su investigación se centra particularmente en las necesidades de los trabajadores misioneros o de la asistencia intercultural, así como en la interacción entre el trauma y la espiritualidad.

Discurso de investidura de Cynthia Eriksson, pronunciado en su nombramiento como decana de la Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar, editado para su publicación.

¿Cuál es su Teología de la Esperanza?

Hace veintiún años, en mi examen de teología para convertirme en profesor titular del cuerpo docente, estaba sentada en una sala de conferencias con ocho o nueve teólogos, y me pidieron que respondiera a una pregunta: “¿Cuál es su teología de la esperanza?”.

Había entrado en el programa de psicología clínica de Fuller en 1990, con la intención de utilizar mi formación en psicología en misiones en el extranjero. Estudié el trauma para mi proyecto de maestría en Liberia durante la Guerra Civil y en mi investigación de tesis doctoral con trabajadores de ayuda humanitaria. Entonces, Dios me redirigió a este lugar inesperado en el mundo académico. Ahora me preguntaban: “¿Cuál es tu teología de la esperanza?”.

Seré sincera. Lo que recuerdo de mis primeros pensamientos a esa pregunta fue algo parecido a “Oh no, yo no estudié nada
de eso”.

Luego, cuando recuperé el equilibrio, me di cuenta de que la pregunta se refería a cómo yo, como cristiana, afronto los lugares de dolor en mis clientes y en el mundo que no parecen redimibles. Recuerdo haber respondido que creo que Dios trabaja en pos de la salud y el bienestar de cualquier persona con la que yo entre en contacto. Que el deseo de Dios es la sanidad para el niño que sufrió abuso sexual o el trauma de la guerra, así como para la persona que perpetró el abuso o cometió atrocidades en combate. Que un día, todas las cosas serán en la tierra como son en el cielo.

Mi teología de la esperanza -mi confianza en que Dios desea la verdad y la justicia, mi fe en que Dios puede redimir cualquier cosa- me permite llevar esa esperanza a cualquier situación. Según el contexto de mi trabajo, puede que tenga o no la posibilidad de expresar explícitamente mi confianza en la esperanza y la sanidad de Cristo. Pero he incorporado esa esperanza en mi relación con aquellos a los que he servido. Y esta esperanza es lo que me impulsa a acercarme hacia los
que están sufriendo.

Pensé que sería misionera en otros países o espacios culturales, pero en lugar de eso, la misión a la que Dios me invitó fue más amplia: estar presente en el dolor de los demás y personificar la esperanza y la sanación de Cristo, y enseñar a otros a hacer lo mismo. Esta es la misión de la salud mental.

Ahora, los buenos propósitos de Dios me
han llevado a otro lugar inesperado, como la nueva decana de la Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar. Una vez más, Dios amplía la misión para un momento como este. 

Para un momento como este

¿Qué es este momento? Escuchamos las frases “crisis de salud mental”, “crisis de salud mental juvenil”, “trauma global”, “guerra y violencia política”, “estrés pandémico”, “trauma racial”, “estrés por el cambio climático”, “polarización” y tantas más…

Cada generación ha tenido retos, cambios
y crisis. Aunque no quiero empezar nuestras reflexiones con una mentalidad “alarmista”, sí quiero analizar estas frases
y llamados a la acción. ¿Cuáles son las crisis a las que nos enfrentamos en relación
con la salud mental? ¿De qué manera necesitamos esperanza y sanidad en
nuestro mundo?

Recientes informes e investigaciones mundiales ofrecen datos contundentes. El cirujano general de los Estados Unidos ha publicado recientemente un informe sobre la salud mental de los jóvenes. Señala que en la década entre 2009 y 2019 (incluso antes de COVID-19), el número de estudiantes de secundaria de EE.UU. que informan sentirse persistentemente ansiosos o deprimidos aumentó en un 40%, el número que afirmó haber considerado seriamente el suicidio aumentó al 36%, y el número que declaró tener un plan para suicidarse aumentó en un 44%.[1] La investigación reportada por el Proyecto Trevor también señala que los jóvenes LGBTQ tienen más de cuatro veces más probabilidades que sus compañeros de intentar suicidarse.2

La investigación epidemiológica señala que entre 1999 y 2020, el número de muertes de adultos en los EE.UU. relacionadas con “muertes por desesperación” (suicidio, sobredosis de drogas y enfermedad hepática alcohólica)[3] aumentó en un 227% para los adultos nativos americanos y nativos de Alaska, en un 164% para los estadounidenses blancos, en un 121% para los estadounidenses negros, en un 100% para los estadounidenses asiáticos e isleños del Pacífico, y en un 49% para los hispanoamericanos.

El Informe Mundial sobre la Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud de 2022 señala que, desde el año 2000, los fenómenos meteorológicos graves (tormentas tropicales, calor extremo, incendios forestales, inundaciones y deslizamientos de tierra) han aumentado en un 46%, y que estos fenómenos generan desafíos de salud mental de emergencia, como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad, la depresión y otros problemas relacionados con el estrés.4

El informe de la Organización Mundial de la Salud también afirma que en 2021, 84 millones de personas se vieron desplazadas de sus hogares debido a conflictos o amenazas de violencia. Cada una de estas personas experimentará algún tipo de malestar emocional en ese desplazamiento. Sin embargo, en promedio, 1 de cada 5 personas en estos contextos de desplazamiento desarrollará un desorden mental (es decir, más de 16 millones de personas).5

La experiencia de violencia racial, las amenazas de violencia racial, e incluso escuchar informes en los medios de comunicación sobre violencia basada en motivos raciales y los procesos judiciales están todos significativamente relacionados con una peor salud mental en las comunidades de color.6 Y, experimentar la discriminación racial se asocia con ansiedad, síntomas depresivos y dificultades para dormir.7

Experimentar la polarización sociopolítica también está relacionado con emociones como la ira, el miedo y la frustración, que a su vez están significativamente relacionadas con una peor salud física.8 Además, aquellos que informan sentir un aumento de polarización en sus propios círculos sociales tienen más probabilidades de sufrir depresión, ansiedad y problemas de sueño.9

Hay tantas necesidades y tanto dolor, que casi puede parecer demasiado para asimilarlo. ¿Cómo podemos personificar la esperanza y la sanidad en medio de estas necesidades?

Como cristiana, afronto todas estas estadísticas, desafíos y crisis con una postura de oración y lamento. Clamando a Dios en la verdad del dolor, nombrando lo que está sucediendo, y luego también expresando lo que quiero de Dios. Quiero esperanza. Quiero sanidad. Quiero justicia. Y mantengo esa teología de la esperanza, de que un día todo será como en el Cielo.

El Salmo 103 promete que Dios cura nuestras enfermedades y nos rescata del abismo, que Dios obra con justicia y rectitud para los oprimidos, que Dios tiene compasión de nosotros y es misericordioso. Esa promesa nos da “esperanza” para lo que está por venir, y una expectativa de “sanidad”. Lamento estas crisis de salud mental, y confío en el deseo de Dios de traer sanidad. Existimos en la realidad del amor de Dios y de los propósitos del Reino de Dios. Estamos en la historia global del pueblo de Dios y en la intención de Dios -su telos- para el planeta. Por tanto, estamos arraigados en los propósitos y el amor de Dios. Y estamos llamados a ser discípulos, a actuar con fidelidad.

La sanidad está en el centro mismo del ministerio de Jesús. Cuando entraba en un pueblo, enseñaba y sanaba. Cuando Jesús envía a sus discípulos en Lucas 9, no sólo les encarga que “hablen a todos del Reino de Dios”, sino que también les da “autoridad para sanar todas las enfermedades”.

¿Cómo estamos sanando estas enfermedades? En esta época de crisis, llegamos a “un momento como este” con la misión de utilizar las técnicas de y los conocimientos sobre la salud mental como una forma de llevar la sanidad y la esperanza de Cristo a un mundo desesperado.

Los libros Ester y el quinto capítulo de Lucas son dos historias muy diferentes -una del Antiguo Testamento y otra del Nuevo Testamento-, dos momentos muy diferentes en la vida del pueblo de Israel. ¿Qué tienen en común? Podríamos decir que sus personajes están desesperados.

Ester está desesperada por salvar a su pueblo del genocidio, desesperada por la esperanza de que haya un futuro para su pueblo. Los amigos en Lucas están desesperados por curar a su amigo, desesperados por llegar a la fuente de esa sanidad. Desesperados por una esperanza, desesperados por sanidad.

La historia de Ester nos desafía a pensar en el privilegio que ella administra para tratar de detener la muerte de su familia y su comunidad, incluso poniendo en riesgo su propia vida al ser honesta sobre su propia identidad. La historia de Lucas de los amigos que bajan al paralítico por el tejado hacia Jesús nos invita a considerar cómo la desesperación puede conducir a la creatividad. ¿De qué somos capaces cuando “pensamos fuera de la caja”?

Consideremos esto, y la desesperación de nuestro propio tiempo, para pensar en cómo participamos en esta misión de esperanza y sanidad para la salud mental.

El privilegio en Ester y en la salud mental

Un breve recordatorio de la historia de Ester en el Imperio Persa: el pueblo judío está amenazado de genocidio. Un líder político narcisista, Amán, ha conspirado para destruir a su némesis judío, Mardoqueo y al pueblo de Mardoqueo, los judíos. Amán ha logrado ganarse la influencia del rey Asuero y ha convencido al rey de emitir un decreto que permite la masacre del pueblo judío en un día determinado. Pero el desinteresado y ensimismado rey Asuero había elegido a la prima de Mardoqueo, Ester, para que fuera su reina sin conocer su identidad judía.

Mardoqueo está de luto por el decreto, y Ester lo ve en la puerta del palacio vestido de luto. Envía un mensajero para averiguar qué ocurre y se entera de que su pueblo está amenazado. Aunque anteriormente Mardoqueo le había dicho a Ester que ocultara su ascendencia judía, ahora le dice que es el momento de mantener unidas su posición privilegiada como reina y su identidad judía.

Ester se encuentra en una posición privilegiada y única para influir en el rey, pero también tiene que ser sincera sobre quién es. Tiene que asumir su identidad como judía para tener la influencia que necesita para salvar a su pueblo. También sabe que si acude al rey sin ser convocada, puede ser ejecutada.

“Para un momento como este.” Este es el momento en que Ester debe actuar. Envía el mensaje a su pueblo para que ayune por ella -y con ella- y se arriesga a morir. Al final, Ester salva a su pueblo, gracias a su valentía y a la justicia de Dios. Ester utilizó su posición privilegiada, su ingenio y su identidad, y asumió un gran riesgo.

El privilegio hoy

Hoy en día, tener un título avanzado en un campo de la salud mental es un privilegio importante. Proporciona un conjunto de competencias que se pueden utilizar para contribuir a la sanidad de los demás, y también se puede utilizar para aumentar nuestra propia riqueza o estatus.

Según la Asociación Americana de Psicología, en 2021 había aproximadamente 130.000 psicólogos en EE.UU.10 Y en ese mismo año, la Oficina de Trabajo y Estadísticas calcula que había aproximadamente 65.000 terapeutas matrimoniales y familiares11 Para una población estadounidense de casi 332 millones de personas, eso supone un psicólogo o un terapeuta matrimonial y familiar por cada 1.702 personas.

A escala mundial, se calcula que hay aproximadamente 13 trabajadores de salud mental (de todo tipo) por cada 100.000 personas. Hay regiones del mundo que tienen incluso menos; por ejemplo, el sudeste asiático tiene 2,8 trabajadores de salud mental por cada 100.000, y el continente africano tiene 1,6 trabajadores de salud mental por cada 100.000 personas.12

Teniendo esto en cuenta, tenemos que reconocer que el mero hecho de tener un título superior en un campo de la salud mental es un privilegio importante. La siguiente pregunta es: ¿qué riesgos asumimos al utilizar nuestro privilegio para abordar necesidades urgentes en nuestro entorno y en todo el mundo? Cada uno de nosotros se encuentra en un lugar concreto, con una influencia y unas barreras particulares. Tenemos que escuchar las voces que nos rodean, que nos piden que nos acerquemos al dolor o que ayudemos a derribar lugares de opresión.

¿Y de qué manera podemos tener más influencia al vivir plenamente nuestra identidad nuestra identidad? Nuestra fe cristiana, y nuestra competencia para reflexionar sobre la espiritualidad y la religión en la terapia, es también un privilegio. El 80% de los psicólogos afirman que no han recibido formación específica sobre cómo abordar la religión y la espiritualidad en el tratamiento de la salud mental.13 Sin embargo, la religión y la espiritualidad son recursos clave para contribuir a la salud mental en los EE.UU. y en todo el mundo.

Ester nos recuerda que debemos ser auténticos y utilizar todos nuestros privilegios para abordar las crisis de salud mental. Ser personas de fe creará oportunidades de conexión en algunos sectores, como involucrándonos con líderes de comunidades de fe locales u organizaciones cristianas sin ánimo de lucro. Pero también puede plantear desafíos por parte de personas e instituciones que se han visto perjudicadas por juicios o perspectivas polarizantes. Aun así, estamos llamados a encarnar la esperanza de Dios y a trabajar por la sanación con todo lo que tenemos.

La creatividad en Lucas y
en la salud mental

El relato de Lucas muestra la desesperación de otra manera. Los amigos están desesperados de que el paralítico se cure. Quieren llevárselo a Jesús. El lugar está lleno de fariseos y maestros de la ley (tómate un momento para considerar la metáfora), así que no hay espacio para llevar a esta persona que les importaba, que necesitaba el toque de Jesús. Intentan que entre por la puerta, pero hay demasiada gente.

Así que deciden pensar “fuera de la caja” y encontrar su propia manera de llevar a su amigo a este sanador del que han oído hablar. Suben a su amigo al tejado, quitan las tejas y lo bajan a los pies de Jesús. Cada vez que oigo o leo esta historia, no puedo evitar imaginarme a Jesús riéndose a carcajadas mientras esto sucede.

Sorprendentemente, Jesús ve la fe urgente de estos amigos y le dice al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Esto provoca un gran conflicto y críticas entre los fariseos y maestros de la ley, y Jesús finalmente muestra su poder tanto para perdonar pecados como para sanar, cuando ordena al hombre que “se levante, tome su cama y se vaya a su casa”. La sanidad y la restauración están entrelazadas. La fe desesperada de los amigos y su voluntad de hacer algo creativo (y quizás molesto y desordenado) trajo la libertad y la sanidad a su amigo.

La creatividad hoy

La Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar de Fuller siempre ha sido un lugar que ha trascendido lo esperado. Fuimos el primer programa en integrar psicología y la teología acreditado por la Asociación Americana de Psicología en 1972. Trabajamos para desarrollar competencias en nuestros estudiantes para comprender la relación teórica entre las disciplinas de la teología y la psicología. Formamos a nuestros estudiantes para que lleven esta comprensión a la sala de terapia, y hacemos hincapié en la formación espiritual de la persona, desarrollando lo que la facultad de Matrimonio y Familia reconoce como 4 virtudes clínicas: compasión, esperanza, humildad y descanso sabático.

Nuestro cuerpo docente también ha liderado el camino en trabajos académicos únicos situados fuera de la sala de terapia: La investigación de Cameron Lee sobre el desarrollo de la fe de los jóvenes, que dio lugar al movimiento Sticky Faith del Fuller Youth Institute; la investigación de Pam King sobre la salud espiritual y el florecimiento del ser humano; el trabajo de Siang-Yang Tan sobre la consejería laica, que ha traído la sanidad a muchos; el trabajo de Brad Strawn y Warren Brown, que empoderado a las iglesias a considerar cómo la cognición corporeizada es un componente de la alabanza; los numerosos libros de Archibald Hart de el bienestar de los pastores; el modelo de Terry y Sharon Hargrave sobre sanación relacional y resiliencia para parejas, líderes religiosos y equipos de todo el país; la investigación pionera de Alexis Abernethy sobre la psicología de la alabanza; y la colaboración de Lisseth Rojas-Flores con World Vision International para evaluar sus modelos de capacitación para padres en 14 países. Esto es sólo una muestra del trabajo que se ha realizado y se está realizando en la Facultad de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar.

Quizás mi parte favorita de este pasaje de Lucas es el último versículo, cuando la gente se llena de asombro y dice: “Hoy hemos visto maravillas.” Sí, esa es la obra de Cristo, pero también es la obra de los amigos.

Sigamos saliendo de los moldes esperados del cuidado de la salud mental. Podemos enraizarnos en una rica erudición y teoría, y podemos llevar estas ideas a nuestras comunidades de nuevas maneras. Una terapia excelente siempre será un recurso fundamental, pero ¿de qué otras maneras podemos utilizar nuestras habilidades para contribuir a la sanidad?

Al curar los traumas que ya se han producido, tal vez podamos prevenir otros abusos o actos de violencia. Tal vez sea aplicando los modelos de consejería laica de Siang-Yang a los recursos informados sobre el trauma para las iglesias internacionales. Tal vez sea incorporando el conocimiento de los sistemas familiares, el desarrollo humano o la atención al trauma en toda la educación teológica. Tal vez sea utilizando libros, podcasts o blogs; grupos pequeños de iglesias o clases de escuela dominical; sitios web; teleterapia; modelos de Inteligencia Artificial; o alguna otra cosa en la que ni siquiera hemos pensado todavía.

Nuestra misión hoy

Estamos llamados a tener los ojos abiertos a las necesidades de quienes nos rodean. Las necesidades de salud mental no están sólo en la sala de terapia, y la angustia no sólo afecta aquellos que pueden acceder a un seguro o pagar ellos mismos la terapia. Tenemos
que trabajar juntos para satisfacer estas necesidades, así como los amigos se unieron para bajar a su amigo paralítico. Nos necesitamos mutuamente para responder
con eficacia.

¿Cuál es nuestra misión ahora? ¿Cómo podría Dios utilizar a los terapeutas matrimoniales y familiares, los psicólogos, los estudiosos, los investigadores y los consultores que salen de nuestros programas para contribuir a la esperanza y la sanidad en nuestro mundo actual? 

No tenemos suficientes profesionales de la salud mental para responder a todas las necesidades del mundo. Pero podemos utilizar nuestra posición privilegiada y ser creativos en la forma que capacitamos a otros, fomentamosresiliencia, aumentar los conocimientos y desarrollar competencias en líderes de muchos sectores.

En Fuller, hemos abierto el camino para plantar la cruz en el corazón de la psicología; llevemos este modelo integrador de salud mental y plantémoslo en el corazón de la comunidad y de la iglesia.

La misión de la salud mental es administrar el privilegio de nuestra educación y vivir de acuerdo con nuestra identidad única, creando creativamente el espacio para que otros estén a los pies de Cristo, confiados en la sanidad y la esperanza de Cristo. Lo hacemos juntos, por el Reino, por el Dios que sana todas nuestras enfermedades y rescata nuestras vidas del abismo. Amén.

Cynthia Erikkson

Cynthia Eriksson es la decana de la Escuela de Psicología y Terapia Matrimonial y Familiar, presidenta del programa de PsyD y profesora de psicología del departamento de psicología clínica del Seminario Fuller. Ha sido miembro del cuerpo docente de Fuller desde 2000 y participa en el Programa Headington de Trauma Internacional en el seminario. La Dra. Eriksson ha realizado capacitaciones, investigaciones y consultas sobre trauma en Monrovia, Liberia; Kobe, Japón; Phnom Penh, Camboya; Ámsterdam, Países Bajos; Barcelona, ​​España; Ciudad de Guatemala, Guatemala; Gulu, Uganda y Ammán, Jordania. Su investigación se centra particularmente en las necesidades de los trabajadores misioneros o de la asistencia intercultural, así como en la interacción entre el trauma y la espiritualidad.

Originally published

April 22, 2024

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Amos Yong, professor of theology and mission, talks about sustaining and sharing hope in and through ministry leadership in today’s world.