Introduccion

El 13 de mayo de 2013 el papa Francisco, primer pontífice sudamericano, canonizó a la primera santa de Colombia, una monja llamada Laura de Santa Caterina de Siena, quien en 1914 habría viajado a los bosques con otras cinco mujeres en los bosques para ser maestra y guía espiritual del pueblo indígena. Francisco alabó a la santa colombiana por “sembrar esperanza” en los grupos indígenas y por “respetar su cultura y religión”.

Por largo tiempo, el misionólogo Andrew F. Walls ha argumentado que la continuidad de la religión africana, tanto cristiana como pre-cristiana, se debe en gran medida a la utilidad de las cosmovisiones africanas y la aplicabilidad del material de la tradición cristiana a los ya existentes mapas del universo. De acuerdo a Walls, esta ha sido la principal área en la que el cristianismo africano ha sido malentendido – que la continuidad de dichos mapas de alguna manera hace de las prácticas resultantes unas menos cristianas. Aún reconociendo que los componentes de las categorías heredadas han sido sometidos a un proceso radical de reordenamiento y transformación, Walls sostiene que una fe cristiana vibrante y genuina solo resultará de haber un encuentro entre las metas de la vieja y la nueva religión. Aun cuando habla desde el contexto africano.

Las ideas de Walls tienen implicaciones de gran importancia para el testimonio cristiano en todo lugar debido a la paciencia, humildad e interdependencia que son requeridas en el proceso de traducción. En ningún lugar ha de evidenciarse esto más que en América Latina, en donde el encuentro entre los pueblos indígenas y el Ibero cristianismo extranjero resultara en las largas e involuntarias repercusiones para la fe cristiana latinoamericana. De aplastar y oprimir a conversar y elogiar, los cristianos desde 1492 han adoptado diversas posturas y enfoques hacia los pueblos indígenas.

En el artículo principal de esta revista, Juan F. Martínez, teólogo Latino que ha trabajado en Latino América y realizado investigaciones en la región, argumenta que el crecimiento de las prácticas de la religión popular y el resurgimiento de religiones nativas, como también su influencia en muchas de las formas de catolicismo y pentecostalismo, invita a los evangélicos en Latino América a repensar la manera de hacer misión entre los pueblos nativos de la región. Debido a su historia única y sus relaciones interreligiosas, Martínez nota que los encuentros entre evangélicos e indígenas deben comenzar, y ser enmarcados por, la confesión. Mientras que los evangélicos avanzan, el llamado al servicio en humildad en el nombre de Cristo tendrá que ser considerado de manera tal, que el mensaje sea buenas noticias para quienes han oído un mensaje confuso durante siglos.